Hoy en día vivimos en un mundo egoísta. El individuo prima sobre los colectivos o las asociaciones. Así, predominan en este entorno globalizado personas con gran poder, es decir, nombres propios de reconocimiento mundial.
Si nos trasladamos al mundo empresarial vemos que ocurre un hecho similar. Las empresas multinacionales registran también sus nombres propios: se trata del establecimiento de las marcas; el derecho exclusivo a la utilización de un signo para la identificación de un producto o un servicio en el mercado.
Estas marcas pretenden mitigar la competencia, pero sólo unas afortunadas son las que se hacen prácticamente con el monopolio en su sector. Estas grandes marcas cuentan con un apoyo incondicional de sus consumidores; tienen una valoración social internacional muy positiva. Este seguimiento usualmente viene dado por la calidad del producto.
Pero hay que adentrarse más en profundidad en este asunto. Este tipo de marcas poseen una gran riqueza porque sus productos están impulsados por una gran demanda global en el mercado. Este hecho implica que cuentan con dinero suficiente para emplearlo en mejorar tecnológicamente su empresa o en abordar exhaustivamente campañas publicitarias y de marketing.
Mayoritariamente, estas empresas dejan a un lado el ámbito ético centrándose en sacar partida de los mayores beneficios posibles. Por ello actúan deslocalizando sus empresas en el tercer mundo para así poder actuar a su libre albedrío. En estos países apenas hay regulaciones sobre el respeto del medio ambiente, sobre la explotación laboral…
Como se puede comprobar, nosotros, los ciudadanos del mundo desarrollado (inmersos por completo en el mundo capitalista) no prestamos atención al método que se aplica para crear los productos que consumimos.
No contamos con ningún tipo de conciencia a la hora de comprar, nos dejamos llevar por la publicidad independientemente del precio de los productos o en qué circunstancias se han fabricado. Nos cegamos en que no puede existir un mercado alternativo y evitamos en pensar en lo mal que funciona el sistema y no aportamos, ni siquiera, nuestro pequeño granito de arena al renunciar a un mísero producto que éticamente está mal elaborado.
Consumimos por la ilusión de llegar a convertirnos en los estándares perfectos que tratan de vendernos a través de la publicidad. Estas marcas ya no tratan de vender un producto sino de asociarlo a un prototipo de persona para que la gente trate de identificarse con esta. Todos queremos ser esa persona tan fantástica, con esa piel tan suave, esa ropa tan estilosa, esa decoración de nuestra casa tan glamorosa… Actuamos como seres envidiosos, y la manera más fácil de parecernos a esas personas es consumiendo los productos que nos ofrecen. En definitiva, todos somos manipulables con los mensajes de los medios de comunicación, y la publicidad es un claro ejemplo.
Pero ¿Cuándo nos inculcarán los medios de comunicación a desarrollar la perfección mental en vez de la perfección del aspecto? Es decir, ¿por qué no se enseña a emplear la cabeza a la hora de consumir? Quizás porque no nos conviene, porque probablemente tendríamos que renunciar a productos que desgraciadamente consumimos a diario.
Pero ¿Cuándo nos inculcarán los medios de comunicación a desarrollar la perfección mental en vez de la perfección del aspecto? Es decir, ¿por qué no se enseña a emplear la cabeza a la hora de consumir? Quizás porque no nos conviene, porque probablemente tendríamos que renunciar a productos que desgraciadamente consumimos a diario.
¿Enseñar a consumir? ¿No sería mejor enseñar a vivir?. Y si esperas que la prensa te enseñe a consumir ..... tal vez tengas que esperar sentada; y a vivir, todavía menos.
ResponderEliminarPor favor, cambia de color de letra. Para ese fondo necesitarías una clara, como la blanca o amarilla. Un saludo.
ResponderEliminarPretendía reflexionar porqué los medios no nos enseñan a consumir en un mercado justo....por desgracia no tiene la fuerza necesaria para k se publicite como una alternativa.
ResponderEliminarCreo k comprar generalizadamente en este tipo de mercado implicaría una forma de vivir diferente pensando en como se elaboran estos productos.
Quizá sea demasiado ilusa creyendo que algún día este mercado éticamente correcto vaya in crescendo en la sociedad de hoy en día.